Hoy hablamos con Lucía, madre de dos hijos de 6 y 9 años, divorciada y hermana de Laura y Carlos, los cuales no viven cerca de casa. Lucía tiene un contrato laboral de 40 horas, 8 horas diarias, tras las cuales va a recoger a sus hijos al colegio, preparar cenas, recoger la casa y hacer los recados del día a día.
Su padre falleció hace 5 años. Su madre tiene al Alzheimer, y no puede cuidar de sí misma.
“Recuerdo mi infancia llena de momentos bonitos”, nos dice con la mirada encendida. “Decidí llevar a mi madre, Aurora, a una residencia de ancianos, y dejó de hablarme durante casi un mes. No paraba de gritar que se quería morir. Era como un dolor punzante en el corazón y yo me sentía terriblemente culpable. Sé que la cuidaban bien, pues, aunque no voy a decir el nombre, es una residencia de cuya calidad y bien hacer no dudo, pero mi madre quería estar en casa, y dejar sus cosas la estaba matando poco a poco. Sin embargo, el cuidado de mayores no entraba dentro de mis planes. Mi día no tiene 48 horas, y aunque las tuviese, tengo otras obligaciones”.
Lucía nos cuenta con voz entrecortada cómo ha vivido la transición de ver a su madre convertirse en una persona completamente dependiente y cuales ha sido las decisiones que ha tenido que tomar a lo largo de este camino.
Cambio de roles
¿Cuándo fue el momento en que te diste cuenta de que tu madre no podría vivir sola?
Supongo que es algo que quieres negar durante tiempo, pero llega un momento en que no puedes hacerlo más, sobre todo por su propia salud, pero también por la de la gente que vive alrededor. Comenzó a olvidarse cada día de más cosas, a estar más irascible y a no poder hacer cosas que antes hacía con normalidad, como cocinar, por ejemplo. Tengo la suerte de que su vecina es una amiga de la familia desde hace muchos años, y nos llamó dos o tres veces bastante preocupada porque comenzó a tener un poco de miedo. ¿Y si mi madre un día se dejaba el gas abierto? En fin, era una cuestión de evitar peligros.
¿Y tú no puedes hacerte cargo de ella?
¿Cuándo? Yo trabajo, tengo una vida liada. Las mujeres ya no se quedan en casa a cuidar de sus padres e hijos, ahora somos gente independiente que trabaja durante horas para lograr objetivos.
Pero tienes hermanos…
Sí, pero Carlos vive en Málaga y Laura trabaja incluso más horas que yo. Vamos a visitar a mamá siempre que podemos, no quiero que parezca que estoy hablando de una carga, pero esto no se trata de ir a visitarla, si no de cuidar de ella constantemente. Es una persona que no puede estar sola. Nos preocupaba bastante.
¿Residencias de ancianos como primera opción?
La residencia parecía ser una buena opción…
Si, por supuesto. Hicimos un esfuerzo económico entre los tres sin precedentes, pero en ese momento me sentí bastante aliviada porque sabía que estaría en buenas manos. Tenía referencias.
¿Y qué fue lo que se torció?
Que aquello que la hacía estar bien la estaba matando. Pensábamos que después del primer mes se haría a la residencia y comenzaría a estar más alegre, pero ni mucho menos. Cambió su actitud, cada día estaba más triste y depresiva. Gritaba que se quería ir a casa, e incluso a veces, que se quería morir. Que nos odiaba. El primer mes pensamos que sería normal y que tendría que adaptarse, pero fue a peor. Sin embargo no veíamos otra opción en ese momento…
Cuidado de mayores a domicilio
Pero encontrasteis otra opción, la del cuidado de mayores a domicilio. ¿Cómo fue?
Pues un día, comprando en el Burgo Centro, me topé con vuestra empresa y me llamó la atención. Entré y me informé. Yo pensaba que la única forma que había de contratar a una persona interna era por página webs de gente que pone un anuncio, y no me fiaba de eso. Nunca había oído que existiesen empresas que se dedicasen a llevar a gente profesional que se dedicase a este tipo de cosas. A lo mejor era demasiado obvio y por eso nunca caímos en que este tipo de servicios también existen a nivel profesional.
¿Y qué pensó Aurora, tu madre, de todo esto?
(Risas). Bueno, ella lo único de lo que se preocupaba en ese momento era de que podría volver a su casa, así que se alegró muchísimo. Es cierto que en un primer momento se mostró reacia a meter a una persona desconocida en casa. Ya sabes cómo son las personas mayores, no se fían de nada.
Esperamos que eso haya cambiado
Uy sí, desde luego. Contratamos a una interna que se hace cargo de mi madre. Lava, plancha, le hace la comida, está con ella todo el tiempo… y lo cierto es que ahora mismo es una más de la familia. Mi madre está más tranquila, más feliz, y nuestra calidad de vida ha cambiado de forma insuperable. Las empresas de cuidado de mayores deberían ser la primera opción de todo el mundo.
¿Y económicamente?
Con decirte que la residencia era bastante más cara…
¿Recomiendas la ayuda a domicilio?
Por supuesto. Siempre.
Muchas historias contadas por nuestros clientes. Cada una de ellas nos hace mejorar día tras día para darte el mejor servicio. Si necesitas contratar servicios de ayuda a domicilio o cuidado de personas mayores a domicilio, no dudes en contactar con nosotros.