El frío en personas mayores es de gran importancia a esta edad. Hay que tener muy en cuenta que el metabolismo ya no es igual que en etapas previas del devenir biológico de la persona, tampoco la piel y otros factores importantes para captar la temperatura ambiente y protegerse del frío. Es por ello que en la tercera edad es preciso ser mucho más precavido en lo que respecta a las bajas temperaturas, pues estas acometen al anciano con mucha más frecuencia que a las personas de, por ejemplo, la mediana edad. Y ello acarrea muchas más consecuencias a la salud, fundamentalmente en las temporadas del año en que, debido a los fríos, los microorganismos infecciosos tienden a propagar con mucha mayor velocidad.
Nuestro cuerpo es más listo de lo que pensamos, y varía según el contexto para adaptarse a unas u otras condiciones. Una de estas variaciones se centra en la temperatura, que se mantiene constante para paliar los cambios ambientales
A medida que nos vamos haciendo mayores, sin embargo, se van produciendo cambios en nuestro metabolismo que afectan a la termorregulación, por lo que los ancianos tienen menos capacidad de adaptación a las temperaturas externas. En las personas de avanzada edad, se produce un déficit adaptativo en lo que respecta a las temperaturas, sobre todo si son bajas.
Estos fallos de termorregulación se deben a desajustes del llamado metabolismo basal: es decir, las reacciones intracelulares que se emplean para llevar a cabo las funciones más básicas y esenciales del metabolismo, tales como oxigenar las células, alimentarlas con calorías, etc. El metabolismo basal es precisamente el gasto de energía (en kilocalorías) que nuestro cuerpo precisa diariamente para su correcto funcionamiento. El problema es que esta tasa de metabolismo básico va disminuyendo cuanto más avanzada es la edad de una persona. También hay otros factores que contribuyen a la tasa metabólica, como la mayor masa corporal y muscular, el nivel de hormonas tiroideas, etc. Por la llamada Ecuación de Harris-Benedict, se puede calcular matemáticamente el metabolismo de una persona en función de su estatura, edad y peso.
Y es que, también uno de los cambios propios del envejecimiento es el adelgazamiento de la piel. Uno de los factores más visibles en esta edad. En este sentido, este factor provoca que la piel sea más propensa a secarse, lo que conlleva una pérdida de la función de los receptores cutáneos de la temperatura, sobre todo del ambiente. Las características de la piel del anciano son, por lo tanto, mucho más proclives a desencadenar el frío en personas de la tercera edad como fenómeno especialmente acusado en estas con respecto a otras etapas de la vida.
Cuando las temperaturas son bajas, el organismo reacciona perdiendo calor; y esto causa una contracción de los vasos sanguíneos que irrigan la piel para tratar de mantener la temperatura corporal. Esto provoca que el corazón bombee más sangre por minuto, produciendo un aumento de la presión arterial (hipertensión), en el que aumenta el riesgo de padecer un accidente cardiovascular. Además, hay dolencias como la diabetes o el hipotiroidismo que afectan negativamente a la termorregulación corporal, por lo que producen que el afectado sienta más frío.
Por tanto, a las personas mayores les será más difícil percibir y afrontar los cambios bruscos de temperatura. De ahí, la importancia de vigilar con precaución la temperatura de las casas o residencias donde viven.
A menor temperatura, mayor riesgo de enfermedades
Los expertos señalan que, a medida que disminuye la temperatura ambiental aumenta el riesgo de enfermedades.
Dentro de las enfermedades que se ven afectadas por este hecho, se encuentra la artrosis que empeora con el frío, sobre todo cuando se producen cambios bruscos de temperatura. Y el Parkinson, que afectan al movimiento y puede ser un serio problema a la hora de que los mayores se abriguen adecuadamente. Así mismo, existen otras patologías como a diabetes o el hipotiroidismo que favorece el hecho de que la persona tenga frío.
El frío en personas mayores también se ve desencadenado con mayor frecuencia por la polimedicación que tan a menudo es preciso consumir a estas edades. Es una época de la vida en que los achaques, e incluso la cronificación de múltiples enfermedades en algunos casos, concurren en el organismo de la persona y dan como resultado que se hace necesario consumir una variedad de fármacos, con los riesgos y menguas que para la salud y la temperatura corporal conllevan los efectos secundarios de tanta farmacopea combinada. Este es un aspecto con el que hay que tener especial cuidado.
Todas estas circunstancias pueden aumentar la sensación de frío en las personas mayores y hacer que su cuerpo se enfríe hasta el punto de llegar a formas leves de hipotermia sin necesidad de estar al aire libre.
Los síntomas más frecuentes son la somnolencia, respiración superficial, confusión, pulso débil, rigidez en las extremidades y dificultad para moverse.
Además, las bajas temperaturas pueden conllevar, entre otras, las siguientes consecuencias negativas:
- Disminución de la producción de anticuerpos por el organismo. La mayor indefensión del cuerpo en temporadas de frío ante el ataque de los virus es un hecho bien conocido y uno de los factores esenciales por los que hay que ser más precavido con el frío en las personas ancianas.
- Alteraciones del ritmo cardíaco.
- Disminución de la frecuencia respiratoria.
- Disminución de la función hepática.
Para poder paliar estas enfermedades, se quiere poner boca de todos el llamado “envejecimiento activo”, potenciando la actividad física moderada en ancianos, es decir, tener una rutina de ejercicios matutina y evitar el sedentarismo, con ejercicios suaves para que se muevan todas las articulaciones.
A su vez, utilizar prendas especiales que abriguen, prendas térmicas o abrigos ligeros, que no dificulten la movilidad y cuidar la alimentación, evitando comidas copiosas, que exijan un desgaste de energía durante la digestión, lo que también ayudará a combatir el frío.
Consejos para combatir el frío en ancianos
Desde mSoluciona Las Rozas, como expertos en cuidado de mayores, queremos que tengas en cuenta varias pautas para que estos estén lo más fuertes posible ante el frío que está azotando nuestro país durante este invierno:
- Haz que coma bien. La comida es la principal fuente de energía de nuestro cuerpo. Aunque no te lo creas, nos aporta calor, por lo que durante este periodo de tiempo se ha de mantener una dieta equilibrada, pero aumentando la ingesta de carbohidratos. En las edades avanzadas, es precisamente cuando el organismo humano precisa de mayores aportes de calorías, puesto que las formas de metabolismo de estas se ralentizan con relación a edades anteriores, y es necesario, por tanto, consumirlas en mayor cantidad.
- Evita el alcohol. El mito de que da calor al cuerpo es completamente falso, por lo que el anciano puede contraer enfermedades. Intenta que beba una buena cantidad de agua (2 litros) de forma diaria. El alcohol posee mayores contrapartidas si cabe para el adulto mayor que para el resto de edades: así, por ejemplo, se incrementan sus grandes desventajas y perjuicios, como la vasodilatación (que puede llegar a ser peligrosa para la salud cardiovascular y cerebrovascular de la persona anciana), el hecho de que en verdad diluye el calor corporal en lugar de incrementarlo como sí reza el falaz mito generalizado, o también que sube la tensión (lo que igualmente puede ser de gran peligrosidad para personas de edad provecta), o que contribuye a incrementar los episodios depresivos y ansiosos y los problemas del sueño, entre otras secuelas indeseables. Entre las recomendaciones para el fío en mayores, una de las más importantes es precisamente evitar o disminuir a lo meramente ocasional, testimonial y frugal el consumo etílico.
- Ni mucho frío ni mucho calor. Es innecesario convertir nuestra casa en una estancia donde haga demasiado calor. Intenta que la temperatura sea de 18º a 21º. Ten en cuenta el abrigo que lleven cuando la casa tenga una temperatura adecuada. Evita abrigarles en exceso. Hemos de tener en cuenta que los sensores de temperatura de la piel en las edades provectas ya no funcionan como antes, y que, por lo tanto, las temperaturas extremas o el exceso de abrigo pueden perjudicar en mayor grado al anciano. Por tanto, los consejos para el frío en ancianos han de incluir la búsqueda de un equilibrio o justo medio en las temperaturas corporales, puesto que la resistencia ante temperaturas más bien extremas es menor en la ancianidad.
- Intenta, siempre en la medida de lo posible, que el anciano realice ejercicio de forma moderada.
- Cuidado con el exterior. Cúbrele bien cuando salga a la calle por los cambios de temperatura. Protege la cabeza con un gorro y las manos con guantes.
- También es normal que nosotros mismos cojamos resfriados en esta época. Evita transmitir enfermedades al toser o al estornudar. Usa papel y tíralo después de usarlo. Además, lávate las manos con frecuencia, pues es la principal vía de transmisión de enfermedades.
Las recomendaciones para el frío en las personas mayores han de incluir, pues, estos apartados que arriba hemos detallado, para evitar que las bajas temperaturas hagan mella en los más mayores.
¿Cuándo hablamos de hipotermia?
Este trastorno de temperatura es muy común en las personas mayores sobre todo en invierno con la llegada del frío, pero tampoco hay que descartar que suceda en las estaciones más cálidas. La hipotermia se produce por un descenso gradual de la temperatura del cuerpo por debajo de los 35ºC y es fácil que aparezca en los ancianos, ya que su organismo no es capaz de regular la temperatura como lo haría el nuestro.
El primer síntoma de estar sufriendo una hipotermia son los escalofríos. El cuerpo del adulto mayor reacciona de esta forma ante la pérdida de calor, intentando regular la temperatura interna. Otros signos asociados a esta y que nos pueden indicar que el anciano está sufriendo una hipotermia son: respiración más lenta, la piel se vuelve más pálida consecuencia del frío, somnolencia, se encuentra más débil, falta de coordinación o ritmo cardíaco más lento.
Cuando estemos ante alguno de estos síntomas, debemos actuar con rapidez y evitar que llegue a un estado más grave. Pongámonos en contacto con el servicio de urgencias e intentar que entre en calor mientras tanto tapándole con mantas y generando calor donde nos encontremos. Asimismo, podemos darle alguna bebida caliente si puede ingerirla.
Los lugares fríos y más aún durante el invierno, son causantes de llegar a sufrir una hipotermia, aunque no son los únicos. Si la temperatura de nuestra casa es demasiado fría o un aire acondicionado que esté demasiado alto durante tiempo prolongado, puede ser un factor determinante. Permanecer con ropa mojada mucho tiempo o el agua muy fría, pueden ser desencadenantes también de sufrir este trastorno térmico.
Sea de una forma u otra, debemos controlar la temperatura del anciano sobre todo en esta época del año, ya que es muy fácil que, por diversas circunstancias, su temperatura corporal se vea afectada. Extrememos las precauciones.